Capítulo 132

Las puertas del dormitorio se abrieron con un leve chirrido, y el aroma a tierra, sudor y aire matutino se coló junto al alfa Dimitri, quien entró con el torso desnudo, la piel perlada por el sudor del entrenamiento, el cabello húmedo pegado a la frente, y una toalla blanca colgando de su cuello. Aún respiraba con cierta agitación, y su mirada se dirigió de inmediato al centro de la habitación.

Aria estaba sentada en medio de la cama, con las piernas cruzadas y envuelta en una bata de satén azul claro que brillaba con la luz filtrada entre las cortinas. Su postura era recta, pero sus manos jugueteaban con el borde de la tela sobre su regazo. Tenía los labios apretados y la mirada baja, como si llevase horas pensando.

Dimitri frunció el ceño con suavidad, deteniéndose a pocos pasos de ella.

—¿Todo bien, mi luna? —preguntó con voz baja, mientras dejaba la toalla sobre una butaca cercana.

Ella alzó la vista con lentitud. Sus ojos lo buscaron, y en ellos no había temor, pero sí una incert
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