KAESSAR:
Estaba realmente agradecido por lo que había logrado mi lobo. Kian había revelado lo que durante tanto tiempo había temido confesar, una verdad que debía cargar como un juramento de lealtad. Kaela debía saberlo, aunque no me creyera del todo. No éramos culpables de la muerte de su padre, ni teníamos idea de quién había sido el que la había traído a mi palacio y quería verla sometida como sirvienta, con un collar de plata en su cuello; una imagen que me atormentaba desde que la vi.
Necesitaba que entendiera que no había nada en el mundo que quisiera proteger más que a ella, aunque sus ojos todavía reflejaran dudas, sombras que yo sabía no serían fáciles de disipar. En esos momentos, podía sentir el peso de todo lo que la había alejado de mí. Aunque aceptaba algunas verdades sobre nuestra conexión, su mirad