La mansión estaba sumida en un silencio profundo, el tipo de quietud que solo ocurre cuando la casa está vacía de risas y voces, cuando la vida parece haberse detenido por un instante. Ethan había estado fuera más tiempo del que le hubiera gustado. La reunión legal con Helena había sido mucho más tensa de lo que había anticipado, y al llegar a casa, todo lo que deseaba era un poco de paz. Pero al cruzar la puerta, algo no estaba bien. La mansión, normalmente llena de vida, parecía más vacía que nunca. El aire estaba cargado de una quietud opresiva.
Cerró la puerta detrás de él con suavidad y se quitó el abrigo, colgándolo en el perchero cerca de la entrada. La luz tenue de las lámparas del vestíbulo no ayudaba a disipar la sensación de desolación. La casa, aunque lujosa y hermosa, estaba impregnada de una atmósfera sombría, como si el dolor de sus propios habitantes se hubiera asentado en las paredes.
Caminó en silencio por el pasillo, hasta llegar a la habitación donde sabía que enco