Cuando se separaron, Ashton apoyó su frente contra la de ella, sus ojos cerrados como si quisiera grabar este momento en su memoria.
—Hay algo más que debo hacer —dijo—. Algo que debí hacer hace tiempo.
—¿Qué?
La miró, una determinación nueva en sus ojos.
—Hablar con Lieberman. Explicarle por qué no puedo ir a Londres, y también... hablarle de nosotros. De nuestra relación.
Aurah contuvo el aliento.
—¿Estás seguro? Eso podría...
—Es lo correcto —la interrumpió con suavidad—. Ya no quiero escondernos, Aurah. Quiero poder tomarte de la mano en la oficina, besarte cuando me apetezca, sin preocuparme por quién nos ve o qué piensa.
—Pero tu reputación... —comenzó ella.
—Al diablo con mi reputación —dijo Ashton con una sonrisa—. Prefiero ser conocido como el hombre que ama abiertamente a una mujer brillante que como el director creativo perfecto pero solitario.
Aurah rio, las lágrimas mezclándose con la risa.
—¿Quién eres tú y qué has hecho con Ashton Moreau?
Él también rio, atrayéndola más