Hablaron durante horas, saltando de tema en tema con una fluidez que solo proviene de la genuina conexión. Aurah le contó sobre su familia, sobre sus tres hermanos que ahora vivían repartidos por el país, sobre su padre que seguía manejando la misma imprenta después de treinta años.
Ashton le habló de su infancia nómada, siguiendo las exposiciones de su madre y los diversos proyectos gastronómicos de su padre. De cómo Londres había sido su hogar durante años hasta que volvió por Nadia, solo para descubrir la traición.
—Después de eso, me prometí no mezclar nunca más trabajo y sentimientos —confesó, sus dedos jugando con el borde de su copa—. Era una regla simple, clara. Hasta que tú apareciste en mi despacho aquel primer día, con tus carpetas perfectamente organizadas y esa mirada que parecía desafiarme.
Aurah sonrió, recordando aquel momento que ahora parecía tan lejano.
—Estaba aterrorizada —admitió—. Había oído tantas historias sobre el "Dios Griego" que esperaba algún tipo de mons