ETHAN
Clara separó las piernas, bien dispuesta, y un estremecimiento de anticipación le recorrió el cuerpo al recostarse contra el mío.
El gemido que soltó bastó para arrimarme al límite del autocontrol. Le arqueé la espalda hacia delante, como si fuera la cuerda de un arco, y aparté mi mano del frío azulejo para introducirla entre sus muslos.
Estaba mojada, pero la humedad que le empapaba el sexo no tenía nada que ver con la ducha. Clara me deseaba tanto como yo a ella, y ahí estaba la prueba.
Le acaricié con los dedos la vulva hasta llegar al clítoris y tracé un círculo a su alrededor mientras me inclinaba hacia delante para situar mi miembro debajo de ella.
Si no lo hacía bien, terminaría demasiado irritada como para que se la metiese de nuevo cuando tuviéramos más tiempo, y un poquito de paciencia en ese momento daría sus frutos más tarde.
En cuanto llegara la noche de hoy y Ava se durmiera, nos encerraríamos dentro de mi había hasta que me hartase de ella, que lo más proba