Narra Abel
El fuego de las antorchas en la guarida de Blood Moon chisporroteaba con un sonido inquietante, como si riera de mis pensamientos. Me senté en una de las piedras frías del refugio, observando cómo el humo ascendía en espirales.
No había paz dentro de mí.
Ni un instante.
Chloë.
Su rostro aún aparecía cada vez que cerraba los ojos. La había amado. La había perdido. Y ahora, lo peor de todo, ella se había convertido en algo más grande de lo que yo podía controlar.
—Una amenaza —murmuré, casi sin darme cuenta.
Una amenaza no solo para mí... sino para todos.
Sabía lo que decían en Royal Herd. Que ella había liberado a Olivia, que había salvado a los guerreros poseídos. Que estaba destinada a ser su faro.
Pero yo había visto esa luz antes. Esa clase de poder nunca aparece sin un precio. Y ese precio, tarde o temprano, lo pagará la manada.
Me levanté, caminando por la penumbra del pasillo. Los vampiros que me miraban al pasar lo hacían con respeto, pero también con desconfianza. Y