Jackson gemía mi nombre con voz ronca, lo cual resonaba en mi oído mientras me penetraba con fuerza. Eché la cabeza hacia atrás cuando su pene palpitó dentro de mí y aumentó sus movimientos, volviéndome loca. Era algo salvaje pero, aun así, me encantaba.
—¡Mmm...! —jadeé, mordiendo mi labio—. ¡Jackson!...
—Lo sé, nena, solo espera un poco más —me besó con dulzura y recorrió con su mano mi pierna hasta llegar a mi nalga—. Estoy a punto... ¡Joder!... ¡Jia!... —apretó su mandíbula con fuerza y entonces lo sentí. Su tibio semen se esparció en mi interior.
Mi orgasmo también fue liberado y gemí, me sostuve fuerte de sus brazos hasta que la sensación pasó. Jackson se quedó sobre mí por unos segundos más, mirando mi rostro de manera indescifrable. Por primera vez, me sentí avergonzada y desvié la vista de sus ojos.
Con la respiración entrecortada y su cuerpo sudoroso, se acostó a mi lado con la mirada fija en el techo.
No sabía cómo sentirme al respecto. El sexo con mi hermanastro era fantás