Isabella tenía tantas cosas en la cabeza, pero una predominaba sobre las otras. Esa sensación de molestia al ver a Luka y Zinerva tan cercanos. Sabía que sus celos eran infundados, ellos solo eran amigos. Si tan solo las viejas inseguridades desparecieran de la noche a la mañana. No tenía nada que ver con él y más con ella.
Había días en que todavía creía que no era merecedora de todo lo que Luka le daba. Tenía que luchar contra eso, lo sabía muy bien. Él hacía todo lo posible día a día por demostrarle que era alguien extraordinario, pero el hacerla sentirse especial no era una responsabilidad de los demás. Era suya.
—¿Está todo bien? —preguntó Luka sacándola de sus cavilaciones—. Has estado muy pensativa durante el día.
—Sí, no te preocupes. —Lo miró y cuando sus miradas se encontraron sonrió.
Luka le dio un apretón a su mano.
—Lo dejaré estar por ahora. —Debió suponer que él no le creería, la conocía demasiado bien, tanto que a veces le asustaba. Frente a sus seguidores podía actuar