Nadia había cumplido con lo que se le pidió. Semanas antes de la exposición, cuando Killian le extendió una invitación formal para que participara en su muestra, lo hizo bajo una premisa muy específica: “Temática infantil”. Según sus palabras, se trataría de una exposición más lúdica, más colorida, dirigida especialmente al público joven y a la promoción de la sensibilidad artística en la niñez.
Él lo dijo con tanta naturalidad, incluso con una sonrisa educada en el rostro que, aunque Nadia dudó, quiso confiar. Por esa razón, la joven trabajó con empeño en sus cuadros. Diseñó obras llenas de ternura, con personajes de cuentos, colores pasteles, escenarios que evocaban la infancia, la inocencia y la fantasía. Usó acuarelas y técnicas mixtas, pensando que aquello armonizaría con el propósito planteado.
Cuando finalizó su trabajo, se los entregó a Killian. Él los recibió sin objeciones, sin hacer demasiados comentarios, simplemente con un gesto neutro que no dejaba ver si le parecían bue