Domenico miró a Lorena con expresión compleja y seria.
Lorena entró en el despacho y se sentó con una sonrisa perfectamente educada.
—Sr. Nieves.
En este punto se mostró un poco aprensiva y cautelosa.
Las cejas de Doménico se fruncieron con algunos escalofríos.
—¿Quién te envía?
Lorena se quedó helada, —El mayordomo...
Domenico frunció los labios, con voz dura y contundente: —Lo que pregunto es: ¿quién te ha dicho que te acerques a Urso?
Lorena se ruborizó ligeramente.
En ese momento comprendió que él sospechaba que ella tenía otros planes.
Frunció los labios y dijo: —Sr. Nieves, fue una coincidencia que me encontrara con Urso. En un principio, pensaba acudir a Fernando Tamayo en busca de ayuda, pero él tenía miedo del poder de Majara y se negó a ayudarme.
—Mi profesor y Urso se llevan bien. Urso me ayudaba por su benevolencia y no olvidaré su favor.
Los ojos de Domenico se clavaban en el rostro de Lorena y dijo lentamente: —¿Favor? Creo que tienes segundas intenciones.
—Te acercaste d