Domenico se puso completamente en la piel de un futuro suegro, generoso y a la vez severo.
«Realmente se parece tanto a Lucía.»
Tal vez ésta era la oportunidad del Dios para compensar sus remordimientos.
Lorena estaba con los ojos muy abiertos y muy ansiosa por explicar su relación con Urso.
—Sr. Nieves, en serio, ¡no me gusta Urso! —dijo sinceramente.
La voz de Doménico se volvió fría y solemne: —Tienes que pensar antes de decirlo. ¡La seguridad de la persona a la que Urso va a salvar está en tu mente!
Lorena se quedó helada.
«¿Me está amenazando?»
Le entraron ganas de llorar, pero no tenía motivos para hacerlo.
—¿Cómo soy digna a Urso?
—Mi familia ni siquiera es comparable a la de los Nieves. Mis padres son empleados normales, ¡no puedo permitirme ser superior!
Domenico la miró vestido de marca y se sumió en un profundo pensamiento.
Aunque no estaba muy familiarizado con esas marcas, a Flavia le encantaba coleccionarlas y más o menos podía reconocer algunas.
Además, las acciones y el