Lorena volvió a su habitación y videollamó a José.
Ella no dijo nada de que Fernando no la ayudaba, solo que todo iba bien.
A José entonces se le cayó el corazón a los pies.
—¡Ten cuidado con todo, en cuanto intuyas algo malo, huye, no seas tonta ahí!
—¡Entiendo!
Lorena se rio y habló un rato más con Fiona antes de colgar para darse un chapuzón.
Ella no contestó a ese texto, como Urso había pretendido.
No podía mostrar ansiedad, para evitar que se encontrara en una situación pasiva.
Al menos tenían que tomar la iniciativa y dejar que la otra parte siguiera preocupada antes de poner al descubierto las grietas.
Amaneció el día siguiente.
Lorena se levantó confiada y llegó al colegio, al despacho de Urso, a primera hora de la mañana.
Vio a Urso tomando café con su profesor Mario.
Inmediatamente se acercó, miró a Mario con una sonrisa y le saludó.
Mario miró a Lorena, sonrió y le dijo: —Me he enterado, estás metida en un gran lío, es un honor conocer a Urso.
Lorena respondió inmediatamente