Esteban sonrió contagiosamente y se acercó a ella todo lo que pudo susurrar.
—Nos encargamos de la transmisión en vivo, pero el Sr. Álvarez nos dejó participar en este programa y si no funciona bien, nos sustituirían. ¡Yo trabajaré duro para ganar dinero para la empresa!
Lorena no pudo evitar seguirle la corriente riendo.
De repente, el director gritó desde la puerta: —¡Ha llegado el Sr. López!
En cuanto Juan entró, miró a Lorena en el sofá inclinada extremadamente cerca de un hombre que sonreía alegremente.
La cara de Juan se volvió sombría al instante.
Intentó levantarse y acercarse a separarlos, cuando de pronto recordó que estaba en una silla de ruedas.
Tosió con fuerza y miraba a los dos.
Como consecuencia, el director y los demás invitados se acercaron a él con preocupación.
Pero los dos del sofá le ignoraron.
—Sr. López, déjeme ayudarle, acabo de ver la noticia, ha ido a recoger a la señorita Yolanda. Le esperamos.
Yolanda se apartó y sonrió, su sonrisa flaqueó en cuanto vio a L