Capítulo 50

Ajeno a todo los temores de su hijo, el señor de la casa Armstrong le extendió la cajita. Pero cuando Lawrence estuvo por agarrarla, echó la mano hacia atrás. Solo lo estaba provocando.

Lawrence rodó los ojos con fastidio. Su padre siempre era así, en especial con él. Su padre era como uno de esos estúpidos matones de instituto que gustaban molestar a los demás por el solo hecho de sentir que, por una vez en su vida, ellos tenían el poder.

Y, como uno de esos estúpidos matones de instituto que gustaban molestar, jamás se paraba a pensar en las consecuencias de sus actos. Pero, eso tenía sentido en la cabeza de esos matones.

Ya pues, si las cosas salían mal, esto solo era porque la culpa era de los demás y no de ellos. Como sabia Lawrence que él iría a hacer en caso de que fuera necesario.

—¿Qué llevas aquí?— le preguntó mirándolo con los ojos entornados y sin asomo de mueca alguna.

Lawrence no respondió. No era de su incumben
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