Mundo de ficçãoIniciar sessãoValentina ya estaba demasiado cansada para seguir rechazando la ayuda de Alejandro. Para ella, todo aquello era innecesario, incluso absurdo. Aunque sus ojos solo alcanzaban a distinguir destellos de luz, había aprendido a moverse con soltura gracias a su bastón. Y además, Peni ya estaba allí, esperándola cuando bajaron del coche. Pero Alejandro, obstinado como siempre, pareció haberse golpeado la cabeza con fuerza, porque lo primero que hizo fue despedir a Peni y obligar a Valentina a caminar a su lado.
—Sonríe, Valentina —susurró él cuando comenzaron a descender los escalones que llevaban al amplio salón principal—. ¿No quieres recibir a mamá con una sonrisa?
Esa frase la tomó completamente por sorpresa. Se detuvo, frunciendo el ceño.
—¿Por qué no me lo dijiste antes?Alejandro soltó una risita al ver el gesto entr







