Caminamos por el largo pasillo. El arma de Rodolf estaba en la espalda de Derek. Y el arma de Celia contra mis costillas.
Estaba preocupada por el arma que Derek guardaba, si esa gente se daba cuenta y tenían una confrontación directa...Negué con la cabeza.―¿Qué carajos haces? ―dijo mi madre ante mi repentino cabeceo.―Un mosquito ―Aplaudí frente a mi rostro.―Deja de hacer tonterías y camina ―Afincó el arma hasta que fue doloroso.Derek me miró por el rabillo del ojo y después miró a Celia. Sabía que se estaba imaginando formas indescriptibles de hacerla sufrir. Por su mente debe estar pasando la posibilidad de sacar el arma que llevaba escondida y volarle los sesos.Llegamos a la última bóveda, parecía ser la más grande entre todas.―Es hora que la fortuna Fisher vaya a las manos correctas ―Rodolf pasó su mano disponible por el rostro, viendo la puerta metálica con fascinación. ¿Cuá