59: Segunda oportunidad.
Territorio de la manada Silver Lake.
Alfa Oziel.
Mi pequeña Abbie quien juega con su hermano y primo le tira el balón en la cabeza a mi sobrino menor y agradezco que este no tenga en edad de transformarse, porque su temperamento es realmente fuerte; sin embargo, Abbie es tan dulce que con darle un beso en su frente, este vuelve a sonreír para seguir jugando con ella.
—¿Y qué tienes planeado para el cumpleaños siete de Abbie, hijo? —cuestiona mi madre.
En ese momento mi hermana se acerca a la mesa del patio con galletas para los cachorros y le sonrío, feliz de verla más recuperada. Mudarse a nuestra manada de nuevo después de la muerte de Cesar, le ha hecho bien.
Suspiro cuando Abbie me da una mirada dulce, y le guiño un ojo haciendo que sus mejillas se enrojezcan.
—No lo sé, haré lo que ella desee —respondo.
—Sigue encaprichándola, papá —responde mi hijo, Benjamín, de diecisiete años.
—Benjamín, entiéndelo, es la única cachorra de papá, tiene todas las de ganar —agrega mi otro hijo, D