Dania.

Leander me lleva de brazos hacia el río y suelto una risita mientras mis mejillas se calientan cuando hace que mis piernas lo rodeen, viéndonos de frente. No puedo evitar guindarme a su cuello y atraerlo a mi boca para besarlo.

Fui una tonta todo este tiempo. Solo con un beso me he dado cuenta de todo lo que me he perdido por miedo, por no querer enfrentar mi pasado.

Sus labios tibios juegan con los míos, casi hasta hacerme ver las estrellas, erizando todo mi cuerpo. Tras nuestro beso intenso, él me separa de su cuerpo, dejándome en las rocas.

Uno mis manos en mi vientre, observando lo tenso que está mientras pasa mi bolso hacia delante para entregármelo. Puedo ver su dureza por encima de esas bermudas que ama usar, y no puedo esperar para tenerlo en mí. Las ansias por saber cómo se sentirá con ambos de mis compañeros tomando el control, me hace sentir muy caliente.

Él es tan puro que dudo que se haya tocado pensando en mí, a diferencia de mí.

—Podemos oler tu excitación, luceci