Leander.

Adriel acelera el auto para alejarnos del bosque, mientras que Near no deja de aullar dolorido en mi interior.

Papá me hace vestir al igual que ellos, y no dejo sentirme irritado con él por preocuparse por eso.

Solo intento mantenerme fuerte mientras la sostengo en mis brazos cuando mi padre deja brotar una luz dorada de sus manos. Una de sus manos se posa en mí, la otra en Dania, y le grito que no necesito que me sane, solo la necesito a ella, desesperadamente.

Siento cómo algo muy pesado tira de mí, como si lo más importante, como lo es Near para mí, estuviera a punto de desaparecer.

Ambos sabemos que no viviremos mucho tiempo si ella no está con nosotros.

—¡Escúchame! —me ordena Egar en mi mente—. Ella es tu compañera, tienes que estar sano para ella. Tu sanación la ayudará, sé lo que hago, déjame trabajar.

Permito entonces que papá coloque de nuevo una mano sobre mi herida, la cual sana en cuestión de minutos, mientras que la mordida en la castaña tiene en el cuello y part