45. Quemarnos
Jayden Bowen
—Absolutamente no.
Margot parece una niña de cinco años enfurruñada porque no le han comprado la barbie que quería, mientras me mira desde su lugar, al lado de la puerta, con los brazos cruzados contra su pecho. Lo que hace que estos resalten todavía más y mi mirada se desvíe cada dos segundos a esa zona.
Contrario a su expresión yo no he dejado de sonreír ni un solo momento desde que entramos en la habitación que tienen para mí aquí en Cambridge. Oh, es que estaba ansiando ver la reacción de la sexy y atrevida pelirroja cuando supiera que íbamos a compartir la cama. Esto no fue algo que haya planeado, de hecho, a pesar de saber que podía quitarnos credibilidad siempre tuve en mente la posibilidad de pedir habitaciones separadas, pero entonces vino la señorita y empezó a llamarme Jay Jay frente al marido de mi madre. Eso lo habría pasado por alto de no haber sido por la burla y la diversión en su mirada. Y bueno, aquí tiene mi venganza.
—¿Qué clase de novios enamorados ser