4- El patrocinador

Margot

Un trato es un trato, eso es algo que en mi casa siempre se ha respetado. Sin embargo, mi abuela abre la boca dispuesta a disparar veneno otra vez, pero la mano levantada de mi padre le advierte que se calle. 

Ella murmura un insulto en árabe que consigue que se gane una mirada asesina de papá. Ella me da una última mirada de desaprobación antes de levantarme y salir de la sala. No quiero ni pensar en lo que debió decirme.

Los ojos avellana de papá me miran cansados. Él estaba realmente emocionado con la idea de que trabajara en el periódico. Había estado acompañándolo al trabajo desde que era una niña y era todo lo que me veía haciendo cuando creciera; y así fue, hasta que en medio de la carrera empecé a escribir algo más que noticias y reportajes. 

Esa libertad que me da crear personajes ficticios, en mundos imaginarios, con aventuras extraordinarias, me hace sentir plena. Como si fuera algo que me ha estado esperando desde siempre. El periódico sigue siendo algo que me gusta; lo hago bien y sé todo lo que hay que saber al respecto, pero ya no me genera esa ilusión como lo hacía antes. 

Papá lleva una mano a su cuello y masajea el lugar antes de dejar salir un suspiro. Sé que ahora es que viene el verdadero golpe. Cualquier cosa negativa que él me diga va a doler el doble que si lo dice la abuela.

—  Mar, sé que el tiempo no se ha acabado, te dije que esperaría y eso hago—  el aire empieza a entrar nuevamente a mis pulmones —  Pero tu abuela tiene razón en algo y es que no tienes porque estar sirviendo mesas.

—  Es temporal. 

Las palabras se resbalan solas de mis labios porque es lo que he estado diciendo desde hace dos años a todo aquel que me pregunta porque sigo en el restaurante. No es un mal trabajo, pero puedo aspirar a más.

—  Me parece que se está haciendo permanente, Margot —  Aprieto mis labios con fuerza porque no tengo nada que decir a eso. Estoy frustrada y me enoja que me traten como una chiquilla caprichosa — ¿Al menos has tenido algún avance con una editorial, qué pasó con el contacto que te di?

El contacto de papá fue el que me tuvo dos meses esperando para decirme esta semana que no estaban interesadas en trabajar con nuevos autores. Debo aceptar que mi padre lo está intentando. Más que querer tenerme en el periódico, lo que él quiere es que tenga un futuro. Y yo no se lo estoy haciendo fácil.

—  No se dio —  Las palabras salen como un murmullo de mis labios y en cuanto veo como los suyos se vuelven una fina línea y su mirada se hace dura, una alarma empieza a sonar con fuerza en mi cabeza. Antes de que pueda procesarlo estoy soltando  palabras que no sé de dónde han salido —  Pero un patrocinador está leyendo mi trabajo. Está interesado en ayudarme a publicar.

El ceño de papá se frunce y siento la mirada de Sam y mamá fijas en mi. No me atrevo a ver a mi hermana menor, porque sé que si lo hago la mentira que acabo de inventar se va a caer. 

— ¿Un patrocinador? —  Papá parece confundido y es que ni yo misma entiendo de donde he sacado eso del patrocinador.

Estoy asintiendo con la cabeza como tonta, tratando de ganar un poco de tiempo para pensar en algo que decir, cuando como si de una señal divina se tratara, mi celular suena con una notificación. De inmediato la palabra i*******m se ilumina en mi mente. Esto que estoy por hacer es una completa locura, soy plenamente consciente de ello, pero es lo único que tengo para salir de este embrollo que he formado.

Papá me sigue viendo con rostro interrogante, mientras que mi cerebro corre una maratón para tratar de sacarme bien parada de todo este enredo que no se ni como he formado.

—  Si, es una persona que se encarga de impulsar a los nuevos escritores y buscarles contratos con editoriales. Uno de ellos se ha puesto en contacto conmigo—  bueno eso no ha sido del todo una mentira ¿verdad? si asociamos ponerse en contacto con haberle dado like a mi foto he dicho la verdad.

Papá parece estar procesando mis palabras sin saber si creerme o no lo que le acabo de decir. Yo estoy luchando por mantener mi expresión neutral y no mostrar lo nerviosa que estoy, nunca les había mentido de manera tan descarada en mis 22 años de vida. Después de compartir una mirada con mamá, algo de la dureza que tenía en los ojos hace unos segundos desaparece de su rostro. Sé que no estoy librada del todo pero al menos he conseguido evitar la charla más difícil.

—  Muy bien, eso es algo  bueno ¿no? —  Asiento en su dirección y trato de regalarle una sonrisa entusiasta y él me la regresa a medias —  Sin embargo, Mar, esas son cosas que toman tiempo —  Estoy a punto de protestar pero una mirada de mamá obliga a quedarme callada —  Voy hacerte otro trato, Margot.

El corazón me ha empezado a latir con fuerza. No sé qué esperar de un nuevo trato, no sé si quiero hacer un nuevo trato a menos que eso incluya darme un poco más de tiempo. Pero de ser así, entonces significa más tiempo sirviendo mesas y no sé si pueda soportarlo más.

Miro a papá esperando que empiece a contarme del nuevo trato, él parece estar buscando la manera apropiada para hacerlo. A mi lado, Sam no ha quitado los ojos de mi. Puedo ver como esa pequeña bestia está esperando una mínima señal para averiguar qué tanto de lo que dije es mentira.

—  Te propongo darte una columna de tu elección en el periódico para trabajar y que dejes el restaurante— parpadeo dos veces en su dirección y cuando voy a abrir la boca él sigue hablando — Eso sin alterar en nada el trato anterior. Sigues teniendo seis meses y si consigues trabajar con una editorial y quieres renunciar, puedes hacerlo. 

Esto no me lo esperaba. Tengo la mente dándole vueltas a las palabras de papá buscando los pro y los contra de la propuesta y para ser sinceros se ve bastante bien. No se que pensar al respecto, a simple vista parece un muy buen trato pero…

—  ¿Tengo que ir todos los días al periódico? porque entonces no tendré tiempo para nada más.

—  Puedes enviar las columnas por correo, sólo debes asistir dos veces a la semana, cuatro horas por día.

Eso es tres días menos de lo que trabajo en el restaurante y estoy segura que los horarios, Dios bendito, van a ser mucho más flexibles que los que tengo ahora. Estoy nerviosa y la mirada fija de papá no hace mucho para relajar mis nervios. Tengo miedo de estar cayendo en una trampa, pero a la vez quiero dejar atrás el restaurante y tener más tiempo para encontrar un contrato editorial. O dado el caso, un verdadero patrocinador.

—  ¡Oh por Dios! ¿Qué tanto es lo que piensas? — Samantha prácticamente me grita a mi lado —  Acepta el trato, estoy cansada de que cada vez que te saludo huelas a comida. Vas a seguir teniendo tiempo para trabajar con el... patrocinador.

Dejo salir un suspiro y sacudo mi cabeza. Samantha tiene razón, debo verle el lado positivo, si veo que es una trampa siempre puedo renunciar.

—  De acuerdo, tenemos un trato.

El rostro de papá se ilumina con una sonrisa y se pone de pie extendiendo una mano en mi dirección y yo hago lo mismo antes de estrecharla y cerrar nuestro nuevo acuerdo. Mamá se lanza hasta mí para abrazarme y decirme que todo va a mejorar desde ahora. Que lo de mi patrocinador saldrá y mientras tanto papá estará feliz. Yo simplemente asiento a todo lo que me dice, cruzando los dedos por que ella tenga razón.

Tal como ella lo pone todo parece una maravilla, el único problema es que el supuesto patrocinador no existe.  O bueno, si existe solo que no está trabajando conmigo y mi contacto con él se reduce a ver sus fotos,  escuchar sus videos y fantasear con su cuerpo. Por fin mi mirada se encuentra con la de Sam y ella eleva una ceja en mi dirección. Decido ignorarla y en su lugar envió un mensaje a Jules,

“Reunión de emergencia, esta noche en mi casa” 

Es hora de empezar a actuar para conseguir ese patrocinador.

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