¡Ja!, “pequeño problema”. Me dan ganas de decirle que su problema parece de todo menos pequeño. Estamos hablando de matrimonio, por Dios, uno no se va casando con el primero que se le cruza y mucho menos permitiendo que alguien más elija quién será esa persona.
— Ya, señor suertudo, entonces ¿qué has pensado?
— Vamos a darle un poco de verdad en medio de la mentira, así será más sencillo de sostener.
Me lo quedo viendo porque eso parece tener mucho sentido, aunque en realidad nunca se me había ocurrido, puedo mentir, lo hago de vez en cuando. pero no soy una experta que se guarda técnicas y trucos para llevarlos a cabo.
— Parece que eres todo un experto— le digo.
— Cuando tienes una madre como la mía, tienes que volverte uno— Vaya, creo que ya me está dando un poco de miedo conocer a la señora, no parece una persona agradable— Diremos que eres una escritora y que nos conocimos porque yo leí tu trabajo, eso no es mentira. Omitiremos tu intento de persuasión— Agrega dándome un guiño y