El pánico es notorio en sus ojos oscuros cuando vislumbra al gran tirano ante él. Con su mano encharcada de sangre debido a las púas del látigo enterrados en su piel
—Mi rey… perdóneme… no quería… usted se ha atravesado… yo no…
—¿Qué crees que estas haciendo? —furia. Una mirada ensombrecida.
El hombre cae al suelo en suplicas, en menos de unos segundos toda altanería se le había ido. Como ver un fantasma. Pálido. —estos aldeanos… es… es toda su culpa…
Selene lo observa consternada.
« De verdad te tienen terror » pensó
Miro hacia su aprendiz, pero este no la miraba, aun tenia en su mano el látigo envuelto alrededor de su mano.
Entonces el lo alza, y da un golpe seco al rey que esta en el suelo y este suelta un grito desgarrador..
Casi por inercia las manos de Selene cubren sus oídos. No había ni un solo aldeano en la calle ahora, todos encerrados en sus casas. Ningún testigo asomado por la ventana.
Reined tiene una mueca en la cara parecida a una sonrisa mientras se agacha al lado del