El sol apenas comenzaba a colarse entre las pesadas cortinas de la villa Bellandi, bañando de luz suave las paredes de piedra. La mañana estaba tranquila, pero en la mansión había un bullicio inusual. La noticia de los trillizos de Svetlana había recorrido los pasillos con una rapidez asombrosa, y con ella, una ola de emoción que parecía envolverlo todo.
Dante salió muy temprano a atender algunos asuntos.
Svetlana estaba recluida en su habitación, acurrucada en un rincón del gran sillón junto a la ventana, la luz del día se filtraba a través del cristal, bañando su rostro pálido. No se sentía del todo bien, pero la alegría de saber que estaba esperando tres pequeños era suficiente para mantenerla en pie. La noticia la había dejado sin palabras, y a pesar del miedo y la incertidumbre que aún la acechaban, un sentimiento de dicha abrumadora la invadía. Tres niños, tres vidas que crecían en su vientre, tres razones para seguir adelante. Para luchar contra el mundo si era necesario.
Tatia