Había un juego de miradas en la mesa, y Melissa se sacudió los dedos cuando miró a Bruno.—Si voy a estar contigo, y tú llegas con Luca diciendo que es tu hijo… necesitas una historia que no levante sospechas.Bruno alzó la ceja.—Pensé que tenía eso cubierto.Ella negó.—Mi compañía sería muy innecesaria, pero si decimos que me conociste en un desfile, tal vez, y luego nos encontramos en el lugar donde estaban cuidando a Luca… sería más convincente.Bruno sonrió.—Como si nos hubiésemos visto más de dos veces por casualidad…A Melissa se le borró la sonrisa, pero asintió.—Así es…Bruno la observó con curiosidad, bebiendo un sorbo de agua, atento.—Eso te mantendría lejos de preguntas innecesarias —apoyó el codo en la mesa, mirándolo intensamente.—¿Cuánto puede durar el intensivo? —preguntó él de un momento a otro.—Al menos dos meses.Él asintió de forma rápida y sin dejar de mirarla, lo dijo:—Gracias —murmuró.Melissa giró la cabeza apenas y susurró:—¿Por qué exactamente? Se sup
La semana, si pasó muy lenta, Melissa estaba abarrotada de cosas, con pedazos de costuras en sus manos, ensayando para sus pruebas cada semana, ya que todo se había acortado, y leyendo infinidad de artículos acerca de los mejores diseños.Solo había sacado esa hora que Bruno le prometió el miércoles por la mañana para ir a ver a Luca, y aunque la extrema conexión entre ellos estaba en el aire, se centraron netamente en el niño, y un auto fue a llevarla de vuelta a sus clases cuando se hizo la hora.Bruno estaba llamando y agilizando el proceso legal. El centro de cuidados de niño estaba metiendo la mano para legalizar los papeles del niño, y sobre todo, para que Bruno quedara como su único pariente en todo el sentido de la palabra.Se registraría con su apellido, y todos sus documentos, estarían bajo su sello y tutor legal.Melissa estaba terminando una exposición de telas por la mañana, cuando recibió un mensaje.“Nuestra primera cita formal”Ella leyó el mensaje mientras su cuerpo s
Melissa se quedó quieta por un instante, mirando alrededor con una respiración agitada, mientras sus dedos jugueteaban con la tela de su vestido. Lo que le había dicho Bruno, era literalmente una sentencia que ella había deseado que pasara.Él la miraba con una intensidad tan abrumadora que Melissa sintió como si le vaciaba el pecho. Como si ese instante entre ambos no tuviera tiempo ni ruido, solo la certeza de que estaban ahí, solos, y lo demás se volvía irrelevante.Bruno no dijo nada. Caminó lentamente acortando sus distancias y sonrió para ella y luego extendió su mano colocándola en su cintura para pegarla a su cuerpo.—¿Sabes algo? —murmuró él, apenas rozando su oído con su voz ronca y baja—. No hay nada más sexy que una mujer que no se da cuenta del efecto que tiene…Él llevó su mano al rostro de ella, deslizándola por su mejilla, bajando lentamente por su cuello, y con voz grave y baja, susurró:—Estás temblando…Melissa asintió, sin poder evitarlo.—No quiero hacer nada mal
La lluvia comenzó a caer suave sobre las ventanas, en algún momento de la madrugada, y Melissa abrió los ojos. No estaba el calor con el que se quedó dormida, solo su cuerpo desnudo entre las sábanas, y su respiración se agitó.No quería que lo que había pasado fuese un sueño, pero cuando se sentó, estaba esa misma cama amplia, y se encontraba en la cabaña a donde Bruno la había traído. Miró las grandes ventanas empañadas por la lluvia y la lámpara encendida a medias, pero por más que buscó con la mirada por la habitación, no encontró a Bruno.Ella hizo un gesto lastimero en el rostro cuando se movió y se dio cuenta de que entre las sábanas estaba la mancha que comprobaba lo que había hecho. Se puso de puntillas y caminó por el lugar, y su ceño se frunció cuando no lo vio, pero cuando estaba a punto de abrir la puerta, se dio cuenta de que Bruno estaba afuera de la terraza, de pie, en medio de la lluvia, que no lo mojaba, pero que prácticamente debería estar helándolo.Caminó rápidam
Melissa despertó con los primeros rayos del sol, colándose por las cortinas de lino claro. Parpadeó lentamente, como si su cuerpo aún no quisiera soltarse del sueño. Tardó unos segundos en ubicarse, pero el calor que sentía en su espalda, la respiración pausada contra su cuello, y los brazos grandes que la envolvían como si fuesen parte de ella misma, se lo recordaron todo.Bruno.Una sonrisa suave se le formó en los labios mientras se giraba lentamente para verlo. Dormía profundo, con el ceño relajado y una expresión tan tranquila que la desarmaba por completo. Melissa llevó su mano a su mejilla, acariciándolo con la punta de los dedos, y sintió cómo él respondía con un leve movimiento, como si su cuerpo la buscara incluso dormido.Ella no entendía cómo era posible que todo lo que había vivido con él en tan poco tiempo se sintiera tan… eterno.Lo miró largo rato, memorizando su rostro en calma, como si lo hubiese amado desde siempre. Pensó en lo que habían sido estas semanas: una mez
—Estoy feliz por ella, y Daniela lo sabe —Melissa asintió cuando observaba a su hermano hacer la maleta. Por la tarde saldrían en un vuelo, y como lo predijo, se irían juntos a Los Ángeles, y luego, después de unos días, irían a la isla junto con Daniela y los invitados para la boda—. Imagino que no dejan de hablar ustedes dos.Melissa se puso tensa y abrió la boca.—Como estoy en intensivo, y ella en otro mundo, hemos hablado poco.Javier arrugó el ceño y se detuvo en lo que estaba haciendo.—Qué extraño. Ustedes son inseparables.Melissa apretó la boca y negó.—Ella está con su familia, Javier, nos iba a pasar en algún punto.Javier se cruzó de brazos y se sentó sin dejar de mirarla.—¿Y por qué siento que estás diferente?Melissa alzó los hombros.—Porque lo soy. La vida ha cambiado para todos. Para ti, para Dani… para mí.—¿Estás bien? —Javier insistió y ella asintió de inmediato.No sabía cómo explicarle que estaba viviendo la mejor etapa de toda su vida.—Javi… yo realmente esto
Melissa no sabía qué sentir exactamente cuándo lo vio llegar al otro día. Ya todos estaban preparándose para salir, y ella estaba acomodando el velo de Daniela, cuando se asomó por la ventana y lo vio hablando con Víctor.Su garganta se secó enseguida, pero solo faltaban minutos para la ceremonia, y no podía saludarlo como quería en este momento.—¿Estás lista? —ella le preguntó a Daniela, y ambas caminaron rumbo a la salida.Los mellizos encabezaron la caminata, mientras ella se puso de gancho con Dani porque así lo había planeado, pero cuando Bruno se giró para mirarla, y escanearla de pies a cabeza, Melissa no supo si estaba más nerviosa que la misma Daniela.Luchó con sus fuerzas para mantenerse serena y forjar una sonrisa, caminó con Daniela entregándosela a Víctor, y luego se arrimó con los niños, para sentarse junto a su hermano.Detalló a Bruno, su traje playero, y la sonrisa que tenía al ver a su amigo en la boda. Entonces se concentró en la ceremonia, aunque siempre Bruno le
Melissa caminó hasta afuera soltando un suspiro largo mientras sentía que estaba llena de Bruno, cuando sus piernas se rozaban debajo del vestido. Estaba temblorosa con el corazón, latiéndole en la garganta y una mezcla absurda de culpa y placer recorriéndole el cuerpo.No sabía si quería reír, llorar o volver a buscarlo, pero se acomodó como pudo al salir, aunque si el vestido disimulaba, sus ojos debían hablar a kilómetros.Se sentó rápidamente al ver que Daniela y Víctor bailaban y sonrió al ver a los mellizos.La piel en su cuello todavía ardía. Su ropa interior estaba en algún rincón de aquella habitación, y Bruno… Bruno no había aparecido por el momento.El sol caía con suavidad sobre la arena, los invitados reían, las copas tintineaban, y ella… solo buscaba una mirada.Y la encontró.Bruno salió con un par de servilletas en la mano y las echó a la basura cuando se acercó donde estaba a ella. No disimulaba. No quería hacerlo. Su sonrisa era tan descarada como lo que acababan de