Daniela colgó la llamada con Melissa y dejó el teléfono a un lado. Desde hace varias llamadas la sentía extraña, pero no iba a cansarla con este tema.
La ciudad se deslizaba a través de la ventanilla del coche mientras se dirigía a su reunión con Víctor. Los días habían pasado y se habían convertido en semanas. Semanas silenciosas y llenas de mucho suspenso sobre las investigaciones de su madre.
La rutina ya se había establecido: los mellizos recibían educación privada en la mansión, y en los medios comenzaban a circular rumores sobre Víctor Vanderbilt y su presunta relación, así que era solo cuestión de tiempo para que la gente supiera que ellos estaban juntos y tenían dos hijos.
Se preguntó qué clase de palabras se publicarían en las revistas, o qué tipo de cosas iban a decir de ella, pero ahora le importaba menos. No se iba a molestar en corregirlos si resultaban no ser ciertos.
El vehículo se detuvo frente a un imponente edificio que tenía el sello de Víctor por donde se veía. Da