No podía apartar la mirada del delicado metal que ahora llevaba puesto, ni del hombre que lo había colocado en su dedo, uno que le prometía un futuro tan lleno de oscuridad como de pasión.Víctor estaba delante de ella, observando cada gesto, cada movimiento. Su mirada fija era como una marca en su piel, penetrante y segura. Sin decir una palabra, se acercó y tomó su rostro con una suavidad que no coincidía con la intensidad de su mirada.—No escucho nada de tu parte… ¿Te estás arrepintiendo? —preguntó él con tono grave, pero con una calma tensa, casi inquietante.Daniela le dedicó una sonrisa pequeña, pero su mente estaba lejos, en ese espacio entre el deseo y el miedo que comenzaba a consumirla. No podía negar la atracción, el magnetismo que él tenía sobre ella. Sin embargo, ya no solo se trataba de eso, Víctor no solo la atraía de forma abismal.Él… sencillamente nunca había salido de ella, nunca dejó de pensar en él aun cuando estuvo lejos. Desde el día número uno se había clavado
El silencio que siguió al confesado “Estoy enamorada de ti” de Daniela se alzó entre ellos como una barrera de cristal, casi palpable. Víctor la observó, sus ojos penetrantes, buscando algo más allá de las palabras que acababa de escuchar.Él no respondió de inmediato. En lugar de eso, sus dedos trazaron lentamente el contorno de su rostro, como si quisiera memorizar cada parte de ella, como si temiera que algo tan puro e inesperado se desvaneciera en un suspiro. Daniela, por su parte, no apartó la mirada de él. Había algo en su postura, en su mirada, que la mantenía atrapada, como si hubiera hablado más allá de lo que había dicho.—Víctor, ¿por qué me miras así?Él negó demasiado serio.—Nunca esperé que me amaras —dijo Víctor, su voz baja, pero firme, como si se estuviera entregando a la idea de que, tal vez, finalmente lo había comprendido—. Solo te pedí infinidad de veces que fueras mía.Daniela tragó con dificultad. ¿Qué significaba eso ahora? ¿Qué significaba ser de alguien como
Daniela sostuvo la mirada de Victoria, sintiendo el peso de lo que aquella mujer intentaba transmitirle sin palabras. No era solo un encuentro con los abuelos de los niños, era la confirmación de un lazo que se extendía más allá de lo que ella misma había planeado. Ella notó cómo su mano fue a su boca para taparla sin poder contenerlo y luego miró a Víctor que le sonrió.Victoria avanzó con paso firme, pero cuando estuvo lo suficientemente cerca, su máscara de contención se rompió. Las lágrimas se desbordaron por sus mejillas. Daniela sintió un nudo formarse en su garganta. Había algo profundamente vulnerable en esa escena, algo que hizo que su corazón latiera con fuerza.—Ellos… —Victoria susurró con la voz quebrada—. Mis nietos…Los niños se miraron entre sí, como si buscaran respuestas en los ojos del otro, y luego, como si un instinto invisible los guiara, corrieron a los brazos de su abuela. Victoria los abrazó con una intensidad que solo alguien que ha perdido demasiado puede de
Daniela sintió cómo el aire se volvía denso a su alrededor. Su corazón martillaba con fuerza contra su pecho, pero se obligó a mantener la mirada fija en Víctor. Él estaba sentado, con el cigarro entre los dedos y el vaso de whisky a medio beber sobre la mesa. La luz tenue del estudio hacía que su expresión pareciera aún más sombría y, aunque ella amaba a este hombre, sabía que podía ser tan oscuro como ninguno.Pero ¿realmente quería ver ese lado completamente?—Cada uno de los miembros de esa casa será investigado —Víctor reiteró con voz grave cuando Daniela se quedó muda—. Incluyendo a mi madre y a la tuyaDaniela tragó en seco. No era una sorpresa que Víctor hubiera ido un paso adelante, pero, ahora mismo, ella sabía que la madre de Víctor no encajaba en esa lista, pero sobre todas las cosas… ¿A su madre?Así que algo en su interior se tensó.—¿Por qué mi madre? Ella es la víctima, está muerta… —preguntó con voz apenas audible.Víctor dio una última calada al cigarro y exhaló el h
Daniela alzó el mentón cuando la mirada de Víctor se volvió intensa. Había algo en ella y en su tono de voz, que la hacía sentir atrapada entre el miedo y la fascinación. Había conocido la oscuridad de Víctor a medias, pero nunca la había enfrentado tan directamente.Sin embargo, si él sacaba el tema a relucir, es porque iba a mostrársela, así que no podía seguir evitando esa realidad.—Tú… eres diferente. Siempre mostraste este rostro, pero no mi madre, no puedes compararte en la misma situación. Yo te conocí así, en cambio, ella —murmuró, apartando la mirada—. Ni siquiera quiero tocar nuestros puntos ahora…Víctor esbozó una sonrisa irónica y tomó de nuevo su cara de forma posesiva.—Pero lo haremos.Daniela cerró los ojos por un instante y tomó aire profundamente.—Víctor…—Pregúntame…Daniela lo miró por un instante, sabiendo que él no dejaría el tema a medias y luego asintió de forma lenta.—¿De qué…? ¿De qué serías capaz?La sonrisa de Víctor se dibujó completamente en su rostro
Daniela despertó nuevamente antes que el amanecer. El cuerpo de Víctor seguía junto al suyo, tibio, fuerte, su respiración acompasada en la penumbra de la habitación y ella sonrió delineando su espalda.Se deslizó con cautela fuera de la cama, evitando despertarlo. Caminó hacia el baño, cerró la puerta y apoyó las manos en el lavabo. Observándose en el espejo, ella había cambiado significativamente.Se puso una ropa cómoda y bajó a la cocina. La mujer que siempre les cocinaba estaba allí, pero ella quería sorprender a Víctor y a sus hijos con un buen desayuno.Se puso de acuerdo con Dana para algunas cosas, y preparó todo con sus manos.Cuando terminó, le escribió unos mensajes a Melissa, y cuando ella no respondió, estuvo a punto de llamarla, pero sus hijos corriendo, y Víctor, apenas vestido con un pantalón, hizo que dejara su teléfono.—¡Mami!—Buenos días —ella se agachó para recibirlos.—Papá, nos dijo que habrá una boda pronto, ¿es cierto? —Daniela alzó la cabeza para ver a Víct
Daniela colgó la llamada con Melissa y dejó el teléfono a un lado. Desde hace varias llamadas la sentía extraña, pero no iba a cansarla con este tema. La ciudad se deslizaba a través de la ventanilla del coche mientras se dirigía a su reunión con Víctor. Los días habían pasado y se habían convertido en semanas. Semanas silenciosas y llenas de mucho suspenso sobre las investigaciones de su madre.La rutina ya se había establecido: los mellizos recibían educación privada en la mansión, y en los medios comenzaban a circular rumores sobre Víctor Vanderbilt y su presunta relación, así que era solo cuestión de tiempo para que la gente supiera que ellos estaban juntos y tenían dos hijos.Se preguntó qué clase de palabras se publicarían en las revistas, o qué tipo de cosas iban a decir de ella, pero ahora le importaba menos. No se iba a molestar en corregirlos si resultaban no ser ciertos.El vehículo se detuvo frente a un imponente edificio que tenía el sello de Víctor por donde se veía. Da
Daniela estaba un poco molesta por sus formas, pero no dijo una sola palabra, ella solo quería un nombre, ir por esa persona, que pagara con la justicia lo que le habían hecho a su madre, y, sobre todo, mantenerla a kilómetros de ella y su familia, eso quería.Sus pasos resonaban en el pasillo mientras intentaba calmar la ira que le hervía por dentro. No podía entender por qué Víctor quería hacer un espectáculo de esto en lugar de simplemente dar con la persona responsable y hacerla pagar. No necesitaba una escena pública ni una cena de confrontación. Quien había cambiado el informe había permitido que la muerte de su madre fuera silenciada, y había ocultado la verdad.Salieron del edificio sin cruzar palabra, y una vez en el coche, Daniela soltó el aire mientras sintió cómo los dedos de Víctor le tomaron la mano.—A partir de mañana comenzarás a trabajar en todos mis negocios. Serás la directora ejecutiva de sistemas, y lo haré realidad en una reunión. Debes saber que poco me present