Daniela miró el reloj de pared, eran las doce y media de la noche, y aún tenía a Melissa encima de sus piernas.
—Siempre se ha hecho cargo de alguien que no tenía por qué.
—Claro que sí tiene por qué, eres su hermana, y te ama. Que te haya dicho que respetará tu decisión, no quieres decir que no quiera llevarte. En parte me siento culpable por meterme, porque estoy segura de que lo que más quiere Javier, es estar contigo.
Javier se había ido hace horas, y en ese momento Melissa se levantó con los ojos hinchados y el cabello revuelto.
Daniela sonrió al verla. Meli era tan hermosa que en sus peores condiciones se veía como de revista. Ella lograba imaginar que con su personalidad podía llegar muy lejos, pero en un punto que debía tomar por sí sola.
Y entendía a Javier también. Ambos necesitaban una vida.
—¿Qué quieres decir? —Melissa preguntó con interés, mientras Daniela bostezó un poco.
—Le dije que debía preguntarte, que podías quedarte conmigo. Créeme, sé lo que es que alguien te di