~Sé que siempre me amarás, aunque ya no estés a mi lado; pues tu amor es
tan grande como el mismo cielo~
Neyra tenía un dolor punzante en pecho y en la parte baja de su vientre, obligándola a llevar la mano derecha al pecho y la izquierda al vientre; se sentía a punto de desfallecer al llegar al área de maternidad. No hizo falta que dijera nada, una de las enfermeras la vio dirigirse a esa área y al ver estado en que se encontraba se apresuró a recibirla con una silla de ruedas. Todo el personal de esa área estaba al tanto de su delicado estado.
–No se preocupe, señora, en un momento la atenderemos, solo mantenga la calma para que podamos empezar a hacer el papeleo de ingreso, se encuentra alguien con usted en el hospital.
Neyra no tenía ánimos para contestar, estaba a punto de perder el conocimiento; la enfermera se alarmó, la ayudó a que se sentara en la silla de ruedas para tomarle los signos vitales. Casi enseguida una pesadez se apoderó de sus ojos impidiéndole volver a abrirlos.