~Nunca es tarde para ser lo que podrías haber sido~
En el momento en que la niña llegara a casa, la mayoría de su atención sería para ella. Por lo tanto, optó por pasar la mayor parte del día con el niño, e ir dos veces al día al hospital para amamantar a la pequeña, además de regresar por la noche por un par de horas para sostenerla en sus brazos.
Una de esas noches que Neyra pasó con la niña, le informaron que al día siguiente podrían finalmente llevarse a la niña a casa. Sólo tendría que esperar a que la pediatra pasaría a revisarla y a firmar la autorización para darla de alta. En cuanto pudo, le llamó a Alexander para pedirle que pasaran por ellas en la mañana y para que no olvidara colocar el porta–bebé en el carro.
Varias noches después, en la sala de la casa de Neyra, mientras ella acompañaba a su mamá a tomar un té, veía a su pequeña poner atención a los que su padre y su hermano le decían. Linda y ella se reían al escuchar a Bryan y Alexander hablarle a su hija.
–Así es peque