‘‘Eso es, buena niña ‘‘dice, ahuecando mi trasero entre sus manos y atrayéndome con fuerza contra él.
Él se retira.
‘‘Mira qué bien nos quedamos. Te estiraste sobre mi escritorio ‘‘dice Collin, haciéndome mirar su pene, que brilla con mis jugos.
Me muerdo el labio mientras él retrocede lentamente.
“Esto no está del todo bien”, dice de repente, y entonces me doy cuenta de que está recreando la escena de mi lector electrónico. “Si no recuerdo mal”.
Me levanta y me hace girar, presionando mi pecho contra su escritorio. Mis pies tocan el suelo y él los empuja hacia afuera. Antes de que pueda respirar, él está embistiendo dentro de mí. Mi cuerpo lo recibe, atrayéndolo profundamente. Ambos gemimos ante la sensación. Collin se deja caer sobre mí, su boca encuentra la mía en un beso incómodo.
‘‘Nunca miraré mi escritorio sin pensar en ti y en tu coño hambriento ‘‘dice, deslizándose dentro y fuera, mientras mi deseo corre libremente por mis muslos.
Su mano serpentea a mi alrededor, sus dedos e