Carter se inclina junto a nosotros y roba otro croissant antes de bajar las escaleras y bajarse del yate.
Collin toma dos platos y se acerca a la mesa. El sol brilla y la Marina es un hervidero de actividad. El yate de Collin es enorme y desde la cubierta superior tenemos una vista perfecta de los alrededores.
“¿Jugo?”, le pregunto a Collin mientras deja los platos en la mesa.
“Por favor”, responde.
Sus ojos me miran fijamente mientras me doy vuelta y sirvo para ambos jugo frío y recién exprimido de la jarra helada.
Me acerco a la mesa y tomo asiento.
‘‘¿Cómo te sientes esta mañana? ‘‘pregunta Collin, recostándose en su silla y juntando los dedos .
Sus ojos son oscuros, su rostro es una máscara. Este es el calculador Collin.
‘‘Increíble ‘‘digo, mientras observo cómo un destello centellea en las profundidades oscuras. Me estiro antes de poder detenerme y el movimiento empuja mi pecho hacia él.
Sus ojos se oscurecen y se pasa la lengua por los labios. “Bien”, dice antes de apartar la mi