El camino fue realmente silencioso e incómodo, Kim ni siquiera le dirigió la mirada a Luar, ella se sentía nerviosa, no sabía a dónde la llevaría su jefe, pero tampoco se atrevía a preguntarle, no tenía ni idea qué tiempo llevaba su jefe manejando cuando un suave olor a mar se coló por la nariz de la omega, dejándole saber que se encontraban cerca del océano, se acercó a la ventana del auto y cerrando sus ojos aspiró más profundo aquel maravilloso aroma que hacía que su cuerpo y mente comenzarán a relajarse.
El Alfa la observaba con el rabillo del ojo sin que ella se percatara y una pequeña sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios, todos sus problemas pasaban a un segundo plano cuando a su lado se encontraba aquella hermosa mujer.
Kim se detuvo frente a una pequeña casita que se encontraba al pie de la playa.
– Bajate – fue lo único que dijo saliendo del auto.
Luar se quedó petrificada en el asiento sin saber que hacer, aun se encontraba algo confundida, cuando sintió que la pue