—Así que, le agradezco su tiempo —dijo Leandro, muy agradecido.
—De nada, me voy —respondió Marcos, mientras se levantaba.
—El avión privado ya está preparado para usted; el conductor está esperando en la puerta y lo llevará al aeropuerto ahora —Leandro se levantó para despedirlo.
—Gracias —Marcos inclinó la cabeza.
Abrieron la puerta, y Marcos acababa de salir cuando entraron Carmen y Silvia.
Carmen, al enterarse de que Sía estaba viva y había regresado a casa, se apresuró a venir.
Leandro, después de dudar mucho, finalmente informó a Carmen a través del mayordomo; era difícil ocultarle a su familia, y él no podía esconder a Sía completamente, ya que la acompañaría todos los días. Era mejor que él le explicara todo de antemano a que ella hablara por todas partes después de enterarse.
Cuando Carmen entró, Silvia también entró con ella. Durante este tiempo, Carmen parecía haber envejecido mucho; hoy vino sin maquillarse, con un rostro puro, y vestía ropa informal y holgada para casa.
—¿