Afortunadamente, le brindaron a Teófilo un sólido respaldo y él tomó una decisión muy firme.
El plan de la familia López había fracasado completamente, y además de recibir una paliza, descubrieron un gran secreto familiar.
Los miembros de la familia Pérez, llevándose a Teófilo consigo, se marcharon con gran pompa y alegría, como si fueran una verdadera familia.
Dámaso miró furiosamente la espalda de Leticia, llena de resentimiento total, pero al ver que los Centinelas del Crepúsculo lo estaban bloqueando, no pudo hacer nada más que aceptar su gran derrota.
En el camino de regreso, Teófilo abrazó con ternura los hombros de Leticia, reprimiendo las lágrimas, y bromeó:
—Tía, si tienes tiempo para cambiar tu nombre, llévame contigo. También quiero ir.
—Tonto muchacho, el apellido no representa absolutamente nada.
Leticia sonrió suavemente y apretó su mano. —Donde esté tu corazón, ahí está tu hogar.
Teófilo no pudo decir una sola palabra, porque ya estaba llorando en silencio.
—Lo siento, T