—¡Soy tu esposa, ¿cómo no puedo entonces?!
Vanessa, la esposa del diputado, ya no le importaba su imagen, agarró su cuello y lo sacudió frenéticamente como si estuviera fuera de sí, histérica. —¡Te he tratado tan bien y me haces esto a mí?! ¡Eres un desgraciado sin corazón!
Intentó abofetear a Yago, pero él agarró su muñeca y la empujó hacia atrás con fuerza.
—¡Ah!
Vanessa perdió el equilibrio y chocó con la puerta, causando mayor alboroto. El dolor la hizo jadear y sus ojos se abrieron de par en par con incredulidad.
—¿Te atreves a golpearme...? ¡Soy la hija de la familia García! ¿Cómo te atreves a ponerme una mano encima? ¡Te lo juro, cuando regrese, le diré a papá y a mi hermano mayor que me estás maltratando!
—¡Diles lo que quieras! ¡Estoy harto de ti, maldita arpía!
Yago señaló el rostro atónito de Vanessa con indignación. —Estamos a punto de las elecciones, si quieres causar problemas y arruinar años de trabajo, ¡adelante! Te lo digo, ahora somos uno en la victoria y en la derrot