Afuera hacía un frío ingobernable. Era obvio que ni el conserje ni nadie con dos neuronas activadas saldrían afuera para resolver una cerradura rebelde.
— Creo que tendremos que intentar abrirla nosotros. — repuso ella intentando encontrar una salida más práctica aunque sea momentánea.
— De eso te quería hablar. — acotó Benjamín aprovechando la ocasión para aportar con su idea.
— Creo que tengo aceite que podría servirnos para lubricar la cerradura e intentar abrirla con tu llave. — comentó Zahra mientras iba a buscar su pequeño y práctico cajón de herramientas.
— Si, bueno, eso no creo que funcione. — expuso un tanto avergonzado mientras sacaba su llave para mostrar que le faltaba un pedazo.
— ¿Pero qué le hicis