La Zahra adolescente caminó con su glorioso postre hacia un lugar tranquilo y alejado.
Cerca de un árbol donde podía estar serena y sin fisgones merodeando.
Llegó a su lugar secreto y suspiró aliviada de ya estar al resguardo del ruido de la gente y de las preocupaciones ajenas.
Sin embargo, al sentarse, se percató de que en realidad no estaba sola.
No hizo más que levantar la vista para ver que entre los arbustos frente a ella había alguien sentado, abrazando sus piernas como si su vida colapsara por completo con tan solo no hacerlo.
Se contemplaron la una a la otra por varios segundos sin decirse absolutamente nada.
Las dos estaban muy impactadas al descubrirse una frente a la otra.
Zahra nunca había visto a nadie en aquella zona del campus y era evidente que la otra muchacha er