Zahra se despidió de los hermanos y mientras su mente trazaba el camino de regreso a casa, sus piernas se dedicaban a la tarea de ejecutarla al pie de la letra.
Ambos hermanos se dedicaron a verla partir por unos minutos hasta que finalmente la perdieron de vista al tomar el subte que la llevaría camino a su hogar.
— Te debe gustar mucho. — expuso sin preámbulos.
— ¿Qué cosa? — quiso saber Jonathan al oír la resolución de su hermano menor.
— Ella, claro está— reconfirmó—. Te encanta, se nota a kilómetros.
— ¿Tan obvio soy? — inquirió mostrándose sonrojado al quedar así de expuesto. Pensaba que había podido ocultar sus sentimientos durante toda la velada.
— Sí, es evidente que sabías que la encontrar&