Su mano estaba un poco fría. Aunque solo le había tocado la cabeza, ella sintió una sacudida en el pecho.
Para cuando reaccionó y quiso protestar, él ya se había alejado unos metros con un carrito.
Corrió para alcanzarlo y agarró la manija del carrito junto a él. Una vez que su corazón se calmó, buscó un tema de conversación.
—¿Desde cuándo sabes cocinar? No tenía idea.
—Desde la universidad —respondió él, escogiendo especias—. No es que haya tomado clases, solo bajé unas recetas y las seguí.
—Pues yo también he seguido recetas y nomás no me sale.
Guillermo metió un frasco de comino en el carrito y se volteó para mirarla con una expresión que decía claramente: “¿En serio no sabes por qué?”
Miranda ent