Había asuntos que Mateo debía resolver en la capital, así que su viaje a Andaluz esa noche solo lo acompañarían sus guardaespaldas.
—Guillermo.
De pronto, una voz femenina familiar sonó a sus espaldas.
Guillermo se detuvo un instante y volteó a mirar.
Durante la cena, Sofía estuvo sentada, y Guillermo solo pudo ver su torso. Ahora de pie, se apreciaba mejor su figura esbelta y su porte elegante.
Se acercó despacio, sonrió levemente y extendió una mano:
—Mucho tiempo sin vernos.
Guillermo contestó con voz indiferente:
—Mucho tiempo sin vernos.
Al ver que Guillermo no tenía intención de estrechar su mano, Sofía solo inclinó la cabeza y retiró la mano con soltura.
Rápido, admitió con franqueza:
—En realidad, yo sabía desde ayer que hoy vendrías a esta cena de negocios. Pero en este mundo, uno tiene que buscarse la vida, y para conseguir una inversión, uno no puede darse el lujo de evitar a un ex. Espero que no te moleste.
Su voz era como siempre, dulce, con un toque pícaro y desenfadado,