Llegó temprano. Su mirada no le quitaba el ojo de encima a Lino, a veces a propósito, a veces sin querer, pensando que, siendo el cumpleaños del hermano menor, el mayor de alguna forma u otra se aparecería. Pero solo encontró decepción tras decepción.
Cuando la fiesta estaba a punto de comenzar, Lino recibió a alguien de afuera con una amabilidad desbordante. La iluminación dentro de El Refugio era tenue, y al principio ella se confundió, pensando que tanta deferencia era para su hermano mayor, pero cuando miró más de cerca, descubrió que era una mujer de figura espectacular, y no pudo evitar sentir otra punzada de desilusión.
Entre el murmullo de las conversaciones, oyó a alguien decir cerca:
—¿Quién será esa? Lino la está tratando como reina.
—No tengo idea, pero la bolsa que trae... ¿no es una Birkin Himalaya?
Alguien más añadió:
—Sí, ¡y con diamantes!
Solo entonces Brenda miró con atención.
Estaba lejos y no podía distinguir bien sus facciones; solo podía percibir que la mujer ten