Capítulo 52

Sus labios devoraron. Se apartó un segundo.

Agitado.

Yo también. El aire no alcanzaba.

—Leo... —musité, sintiendo la garganta seca, el cuerpo encendido.

No contestó. Su expresión densa, callada, hambrienta.

Volvió a besarme. Esta vez no hubo suavidad. Me tumbó contra la cama. Mis dedos se posaron en su nuca. Su lengua encontró la mía.

Arrancó mi camisón de un tirón. El roce del aire apenas rozó mi piel. Sus manos bajaron, acariciaron la curvatura de mi vientre. Cuando llego a mi entrepierna, rompió las braguitas. Un gemido se escapó de mis labios, debido a la sorpresa y deseo.

Lo atraje de nuevo, hundiendo las uñas en su espalda. Mis piernas se abrieron por instinto.

Agarré el borde de su remera. Deshaciéndome de ella y luego de sus pantalones de dormir. Nuestras respiraciones se mezclaban, las bocas igual. Piel contra la piel. Ardíamos. Nos reconocíamos en ese caos.

Sus manos, s

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