Al llegar al hospital Korina tenía entre sus brazos a su bebé y entre lágrimas le daba leves besos al estar dormido.
— ¡Korina! — — Don Darío y señor Farid, lo lamento y me vine con ellas, a Samanta la están valorando y a mi mamá nuevamente la están operando, estoy esperando — Tanto Don Darío como Farid se acercaron a ella, estos miraron a su bebé y sacando un pañuelo Don Darío le limpio sus lágrimas — No es necesario que renuncies y esto es algo que nadie espera, pero si quiero que levantes la demanda y no puedes dejar que vuelva a ocurrir esto — — Sí, lo haré, ¿Estás seguro?, comprendo perfectamente si ya no quiere que esté trabajando para usted — Korina tenía demasiada vergüenza y nunca había estado en una situación así. — Lo estoy, Farid anuncia que iré con usted a las actividades de esta semana — — De acuerdo — — Procura que nadie se dé cuenta de lo que ha sucedido — — Sí — Farid solo dio esa respuesta y nuevamente la protege, algo que lo dejo incomodo. — Ya puedes retirarse — — De acuerdo y procedo — Farid se quedó sorprendido y no es una persona que le importe a sus empleados, prácticamente la volvió a cubrir y miró a Korina quien miraba con tristeza a su bebé. Mejor se retiró y comenzó a realizar lo solicitado por Don Darío. Korina aun con preocupación esperaba que le comentaran algo de su madre, por más que quería detener sus lágrimas, estan salían y no era casi imposible de detenerlas, en su corazón todo lo que sucedió y como una vez más ese hombre que amo tanto, ahora se convirtió en una verdadera pesadilla. Don Darío miro a su bebé quien dormía y le inquieto un poco el lugar donde vive ella, además que ahora llevara un proceso difícil — No quiero que regreses por estos días a tu departamento, las llevaré a mi casa de invitados — — Don Darío, no tengo quien cuide de Lían y tampoco de mi madre, ahora se me suma Doña Samanta y quien sabe si la van a despedir del club — Aun afligida solo esperaba sacar adelante tanta situación. Darío abrió los ojos y conocía bien a Samanta, ya estaba en sus últimos años de servicio y mejor confirmo su paradero — ¿Cuándo dices Samanta te refieres a la encargada del club de Jaime? — — A sí es, ella me recomendó ir al puesto vacante del casino — — Ya veo, yo conversare con Jaime y este tranquila, solo necesito pensar — Don Darío no entendía porque era benevolente con ella y miró a su bebé. Con un suspiro se quedó con Korina hasta saber que paso con su madre y Samanta, mientras pensaba la vio como con cariño cuidaba de su bebé. Pasadas las horas, Korina se había quedado dormida y Lían la despertó de golpe al ponerse a llorar — Lían no llores — Sacando una manta la puso sobre ellos y acomodándose le dio de comer, levantó su mirada y se puso roja al ver cómo se quedó observando Don Darío — Pensé que te habías retirado — — Pronto me iré, necesito saber cómo va a estar todo y acomodar mi agenda — — Lamento hacerle cambios — Sin responder, pronto bajo un médico y se acercó a ellos — Señorita Korina, tengo una noticia no muy agradable y lamento informarle que su mamá ya quedó completamente invalida, esto hace que requiera más cuidados, en el caso de la señorita Samanta ella solo tiene leves golpes y necesita reposo — — ¿Doctor eso qué simboliza? — Korina empezó a respirar fuerte y su corazón latía demasiado rápido, con temor a su respuesta igual debía saber que hacer. — Necesita un baño ergonómico, silla de ruedas, silla para bañarse y cuidados constantes, no recomendamos lugares con gradas o peligrosas que la pongan en riesgo y eso es lo que simboliza — — Eso se escucha muy caro — — Lo es, la operación lo cubre su seguro y los medicamentos para el dolor, pero, los productos ergonómicos deberán cubrirlos, prácticamente las dos operaciones consumieron el seguro qué paga — — Entiendo — Algo preocupada ella debía asegurarse que su mamá esté bien. Darío vio su preocupación y con más razón ella necesitaba el trabajo — Lleven todo a mi mansión y paga de acá sus medicamentos de calidad, no dejen nada por fuera, también por un mes a una enfermera — — Claro — Don Darío saco una tarjeta negra y el médico de inmediato la tomo, Korina se levantó preocupada y se acercó a él. — Don Darío... — — No es gratis y lo vas a trabajar — Sin dejarla hablar le dio su comentario y ya algo cansado del día tan largo. — Pero... — Fría y con temor de ver su mirada fría y sin juegos, el solo giro al médico. — Necesito pensar y que lleven en ambulancia a las señoras donde requieran ir durante su curación, cóbralo también de ahí doctor — — De acuerdo — Sin decir más realizaron el cobro, brindo su información y Korina no sabía ni que hacer, prácticamente esto la deja comprometida y debía esforzarse más, para rendirle por toda la ayuda que está recibiendo de él, prácticamente ya está en deuda con Don Darío. Don Darío al verla pálida, mejor le hablo con autoridad — Vamos y a ellas las llevarán en mi mansión de esta zona — — ¿A las dos? — — Papá quería mucho a Samanta y la aprecio, hasta que esté bien del todo dejaré que regrese a su hogar — Don Darío vio donde vivían y era horrible, eso lo tenía incómodo desde hace horas. — Gracias, aprecio la ayuda — — Debemos ir a poner la queja o lo van a liberar — Don Darío no hablo más. Korina caminaba con pasos firmes pero el corazón le latía desbocado. La fachada gris de la delegación parecía más imponente que nunca. A su lado, Don Darío, su jefe, le ofrecía una presencia serena y protectora. Él sabía que esa declaración sería difícil, pero también el paso necesario para que la justicia se cumpliera. Al entrar, el murmullo de los oficiales, el sonido de teclados y teléfonos, y el ambiente cargado de documentos y trámites la envolvieron de inmediato. Una agente los guió hasta una oficina pequeña, con una mesa metálica y dos sillas frente a un escritorio. — Señorita Korina, siéntese por favor — Dijo la funcionaria con tono amable pero formal. Korina asintió, apretando entre sus manos la carpeta con los documentos médicos de su madre y las fotos de los golpes en el rostro de Doña Samantha. Sintió que su voz se quebraría, pero respiró hondo, y al mirar de reojo a Don Darío, encontró la fuerza que necesitaba. — Vengo a declarar contra Antonio Méndez… — Comenzó, con un nudo en la garganta y debía hacerlo tras todo el favor que le hizo Don Darío — El día en que llegó a mi casa, golpeó brutalmente a mi madre. Ella quedó con secuelas permanentes… y también agredió a mi amiga, Doña Samantha — Las lágrimas amenazaron con salir, pero Korina se obligó a mantener la mirada fija. La funcionaria tomaba nota, seria y atenta — No fue un accidente, ni una discusión rápida o espontanea — Continuó Korina — Fue violencia, fue odio. Y no puedo permitir que quede impune, no logramos entender porque llego así, pero no lo puedo dejar pasar —