Farid por su parte odio eso y quería entender mejor ese comentario — ¿A qué te refieres con eso?, es la segunda vez que lo escucho —
— Sabe hacer masajes y me ayuda quitando la tensión de mis músculos, ahora vete y necesito terminar esto — No quería hablar más de eso y quería terminar sus pendientes. — Entiendo — Analizando mejor, alzo su mirada — Farid manda a comprar una camilla, aceites y todo lo que necesita para este fin — — De inmediato — Cerrando su puño le molesto saber que toco a Don Darío y tan solo debía sentarse en el sillón por unas horas. Camino a su oficina este estaba sumamente molesto, casi que deseaba hacer tirado todo de su escritorio. — ¿Farid querido qué te tiene tan molesto? — Marvin entro y le gusto verlo así de enojado. — Qué te importa Marvin y debo trabajar, espero tu show mejore — Desquitándose con él, hizo una expresión de pocos amigos. — ¡Oh vaya!, si hoy estas como el azúcar que se disuelve en el té — Marvin mejor se fue. Mejor continuó Farid con su camino, molesto comenzó a llamar a diferentes proveedores para que realizaran lo solicitado por Don Darío. Por otro lado, Korina regreso a su casa y sin más tomo a su hijo del cual deseaba besarlo y oler su colonia de bebé. — Mi niña, ¿Cómo te fue? — — Me fue bien, me he quedado dormida y Don Darío me mandó para la casa todos estos días hasta el lunes. Como no he tenido días de descanso entonces decidió darme todos estos días que tengo ahorita, sin embargo, tengo que tener ciudado porque me he quedado dormida en medio del trabajo y no creo que me la perdone en una segunda ocasión — Asustada por ese comentario su madre solo suspiro — Tranquila hija y sé que te esfuerzas bastante, no creo que no lo vea — Durante todos esos días Korina estuvo estudiando y poniéndose al día con muchas cosas que tenía que entregar, entre ellos trabajos extraescolares. Korina respiró profundo antes de levantarse de su pupitre. Entre sus manos sostenía con ciudado la carpeta de la tarea que tanto le había costado preparar: Diagramas del cuerpo humano, apuntes detallados y prácticas de técnicas de masaje que había descrito con una precisión que hasta a ella misma le sorprendía. Avanzó hasta el escritorio de la profesora, una mujer de porte elegante y mirada firme, que había sido reconocida por años como una de las mejores masajistas profesionales de la región. Con una leve inclinación de cabeza, Korina colocó la carpeta sobre la mesa. — Aquí tiene, profesora — Dijo con voz clara, aunque sus dedos delataban un ligero temblor. La profesora abrió la carpeta, hojeó las primeras páginas y, tras unos segundos de silencio que parecieron eternos, levantó la vista con una sonrisa — Muy bien hecho, Korina. Tu análisis de las técnicas de relajación muscular está impecable, y tus descripciones son claras y profesionales. Se nota que dedicaste tiempo y pasión a este trabajo — Korina sintió que el calor le subía a las mejillas. Sus compañeros voltearon discretamente a verla, y algunos incluso sonrieron con complicidad — Sigue así — Continuó la profesora, con un tono más cercano — Tienes un gran talento, no solo en la teoría, sino también en la práctica. Si continúas con esta dedicación, estoy segura de que serás una excelente masajista — Korina bajó la mirada un instante, emocionada, antes de asentir con determinación y era un gran paso para ella — Gracias, profesora… haré mi mejor esfuerzo — La campana anunció el final de la clase, pero en el corazón de Korina quedaba grabado ese reconocimiento que tanto había esperado. Compartía con su hijo y con su madre del cual esperaba pronto sacarlas de ese lugar y llevarlos a un lugar más sano. El pequeño apartamento olía a leche tibia y a ropa recién lavada. La madre de Korina estaba sentada en la mecedora, con el bebé dormido en sus brazos, acunándolo con una paciencia infinita. El silencio solo se rompía por el suave arrullo que ella tarareaba. Korina, de pie junto a la ventana, observaba las paredes desgastadas, el techo que mostraba pequeñas marcas de humedad y la sencillez del lugar. Sintió un nudo en la garganta y, con voz suave pero firme, se giró hacia su madre. — Mamá… — Empezó, acercándose despacio — Yo sé que este lugar ha sido nuestro refugio, pero no quiero que tú ni el bebé tengan que conformarse con tan poco. Su madre levantó la mirada, sorprendida por la seriedad en el rostro de su hija. Korina se arrodilló a su lado y acarició la manta que cubría al pequeño — Prometo que voy a trabajar duro, todo lo que sea necesario. Quiero darte una casa mejor… un lugar donde te sientas cómoda, donde el bebé crezca seguro y feliz. Muy pronto, mamá, voy a lograrlo, ya verás — La madre la miró con ternura, sus ojos brillando entre orgullo y emoción — Hija, lo único que necesitamos es estar juntas — Susurró — Pero sé que cumplirás lo que dices, porque siempre has sido valiente — Korina apoyó su frente en el hombro de ella, dejando escapar un suspiro lleno de determinación. Mientras tanto, el bebé, ajeno a todo, dormía tranquilo, como si ya pudiera sentir la promesa de un futuro mejor. Por otra parte, Don Darío estaba algo tenso y se le estaba acumulando aún más el trabajo, no entendía por qué, prácticamente era como hacer una y otra vez lo mismo. — Farid mañana no vengo, necesito también descansar — — De acuerdo, que tengas un buen domingo jefe — Esa noche tocaron la puerta donde vivía Korina, pronto ella abrió y se sorprendió de ver Antonio, este estaba tomado y se le quedó mirando serio. Sin darle tiempo puso su mano contra la puerta — Dame plata mujer, sé que eres una fácil y necesito dinero — — Olvídalo y regresa por dónde vino — — ¿Qué has dicho?, espera y te enseñaré a respetarme y dije que me des dinero — Antonio se balanceó sobre Korina, levantando su mano este le pegó por su cara, dejando inflamado su cachete, abriendo sus ojos eso la tomo de sorpresa y en lo que tenían de conocerse jamás la había tratado de esa manera. En ese momento bajó la mamá de ella y se metió entre ellos, sin medir este hombre tomo a su madre y la empezaba a patear fuertemente, estaba tan molesto, que no dejó que arreglara su asunto con Korina. — Ya detente y te daré el dinero — — Muy bien y la próxima obedece — Korina al ver lo que sucedía mejor tomó su bolso y le tiró el dinero, pronto este lo tomó y se fue el lugar. Ni siquiera volteó a ver a su hijo, nuevamente esta quedó totalmente devastada y jamás pensó que él levantaría su mano contra ella. Al escuchar a su mamá quejándose reaccionó y tomando a su hijo quien lloraba, de inmediato llamó a la ambulancia. Durante toda la noche estuvieron revisando a su mamá y debían enyesar, también necesitaría que la cuidaran. Korina con su bebé en brazos analizaba todo — Creo que tendré que renunciar, tenía ahorrado lo del próximo semestre y eso nos dará unos meses mientras te recuperas mamá, con su pensión complementamos — — Hija lo lamento mucho — — No es tu culpa y perdón mamá, jamás me imagine que hiciera algo así Antonio — — Estaremos bien Korina, tenga fe —