Dolor.
Eso fue lo primero que registré.
Luego llegaron las voces, amortiguadas al principio.
—Mamá, ¿estás segura de que está bien transferirme toda la herencia de papá? ¿Sofia no se molestará si se entera?
La voz empalagosa de Valentina se deslizó a través de la puerta.
Mi madre se rio, con un tono indulgente. —Ella no tiene voz ni voto en esto. Se va a casar con Diego y nunca tendrá que preocuparse por comida o refugio. ¿Para qué necesita ese dinero? Cuando tu padre murió y las cosas estaban más difíciles, me diagnosticaron leucemia aguda. Tú fuiste quien me donó sangre todos los días e incluso, me diste tu médula ósea. Desde ese momento, juré que eras mi única hija verdadera.
Hubo una pausa, luego un suspiro, lleno de afecto. —Esta herencia es lo mínimo que puedo hacer por ti. Además, sé que Diego también te gusta y ya hablé con él. En su condición, es poco probable que Sofia pueda tener hijos. En su noche de bodas, tú tomarás su lugar y serás quien le dé su primer cachorro.
Mi sang