Al día siguiente, los titulares explotaron la noticia.
"La recién nombrada beta, Valentina Martínez, fue encontrada quemada hasta la muerte, torturada más allá del reconocimiento."
La manada estaba conmocionada.
Cuando los ejecutores llegaron a la escena, solo encontraron un cadáver carbonizado y mutilado, tan completamente quemado que era imposible determinar si alguna vez había sido humano o lobo.
El informe forense fue aún más horroroso; Valentina no solo había sido quemada viva.
Le habían inyectado acónito, el suficiente para paralizarla, pero no lo bastante para matarla. Luego la rociaron con gasolina y justo cuando el fuego había comenzado a consumirla, alguien lo había apagado con un extintor... solo para comenzar el proceso otra vez.
Quemar. Extinguir. Quemar. Extinguir.
El ciclo se repitió más de diez veces hasta que no quedó nada más que ceniza y hueso.
Mientras la manada susurraba sobre el trágico destino de Valentina, debatiendo si había sido venganza o justicia, yo yacía e