El jet aterrizó en Nassau en la madrugada y ya en ese momento había un vehículo del hotel esperándome. Llegamos en menos de quince minutos, cuando la actividad del día apenas comenzaba y asumí que Esmeralda estaría todavía durmiendo.
—La prueba de anoche se extendió casi hasta las dos de la mañana —dijo Gerardo, que salió al lobby a recibirme—. Hoy se les ha dado el día a los concursantes.
—¿Y cómo le fue a, ya sabes, a ella? —pregunté mientras el botones se encargaba de mi equipaje.
Gerardo sonrió, satisfecho.
—Excelente, señor. Una vez más, ella demostró que no solo es una gran cocinera, sin