El hermano de Helena sonreía con una calma que parecía disfrutar de la tensión. Frente a él, las dos mujeres mantenían un duelo silencioso: Catalina y Helena. Ninguna pestañeaba. Ninguna cedía.

Blanche, Mady y Valeria permanecían unos pasos atrás, intentando comprender por qué el aire se había vuelto tan denso que hasta respirar dolía.

Valeria sentía el estómago encogido. Sabía que esa mujer no podía ser otra que ella: Catalina. La misma de la que había escuchado hablar a Mike, a la matriarca Blake, incluso a Helena. La prometida que debió ser “la verdadera señora Blake”. La que Leonard siempre rechazaba mencionar. Y, por la forma e